Por Dr. Juan Pablo Aguilar Imagínate que hay un restaurant nuevo en la ciudad, se ha anunciado mucho con una publicidad muy atractiva y está en un entorno muy agradable, así que decides ir a conocerlo. Una vez que llegas te reciben de manera más bien indiferente, tardan quince minutos en tomarte la orden, cuarenta minutos después te traen los platillos… equivocados, te los retiran con la misma indiferencia y no te traen lo que pediste hasta después de otro buen rato. ¿Tendrías ganas de regresar a ese lugar? Lo más seguro es que no: has quedado molesto, desilusionado y frustrado. Desafortunadamente, esto no es una situación inusual y ocurre en negocios y organizaciones de todos los tipos y tamaños sin importar cuánto tiempo, dinero o ilusiones hayan invertido en ellos: La actitud de algunos de sus colaboradores y, en ocasiones, de los mismos propietarios ha jugado el rol de enemigo de la propia empresa. Sin embargo, también existen negocios que, aunque no cuentan con las instalaciones ideales o una estructura formal, apoyándose en la excelente actitud de las personas que los conforman, han conseguido ir sumando más y más clientes satisfechos y colaboradores orgullosos y comprometidos. A lo largo de los más de 10 años en que me he dedicado a la Reingeniería Actitudinal, he constatado que la actitud adecuada es el mejor socio para una empresa: produce mejoras tanto en las personas como en los procesos, productos y servicios, ya que los colaboradores se vuelven más propositivos, apasionados, creativos, proactivos, etc. De este modo, por ejemplo, en cuanto a la calidad, encontramos menos mermas y reprocesos, los colaboradores presentan más propuestas de mejora y se requiere menos supervisión; en el área de ventas solemos observar una mejora en las percepciones del producto y la empresa; en el servicio al cliente, nos encontramos con que los colaboradores aprenden a generar momentos mágicos, rescatar las quejas de los clientes y convertirlos en admiradores o fans de la compañía. No es menos importante que, con una actitud adecuada, los colaboradores se sienten más contentos y entusiasmados por lo que hacen, lo que suele reflejarse en menores índices de ausentismo y siniestralidad, más receptividad hacia la capacitación y menos procesos legales de los mismos contra la empresa. Con las siguientes preguntas te invito a evaluar si las actitudes en tu negocio están jugando el rol de un socio “5 estrellas” o el del peor enemigo al que se han enfrentado:
¿Cómo quedó tu balanza? ¿Es la actitud un socio o más bien un enemigo en tu empresa? La excelente noticia es que las actitudes sí pueden mejorarse y comenzar a experimentar sus beneficios. “Tu actitud puede hacer mucho por ti ¿qué estás haciendo tú por ella?” Si quieres saber más sobre la actitud y lo que puede hacer por tu empresa, te invito a conocer mi libro Reingeniería Actitudinal: La Ciencia Y El Arte De Potenciar La Actitud. Los comentarios están cerrados.
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